martes, 31 de enero de 2012

Un cuento literario



Política Bohemia

  Me encontraba sentado en mi humilde oficina, justo en frente de mi ventana triangular de vidrios claros y verdosos (del sucio) que dan al pintoresco comedor de Observaplantas (soy maniático, lo sé). Yo, en un arduo debate conmigo mismo acerca de que álbum de Muerte Súbita era el mejor. Sentía angustia y desesperación por no llegar pronto a una conclusión. Pasaban los segundos como minutos y las horas como los días y en medio de mi desprendimiento temporal tocaron la puerta: (Toc, toc, toc…)
Imagen extraída de  http://www.mierdas.es   

-¿Quién es? –pregunté desorbitado.
-Soy yo Sr. Presidente, Delfín Hasta el Fin –respondió el Ministro de la Defensa- le traigo                  noticias de su interés, así que entraré.
 -Bueno, ¿Qué más da? Pasa. –respondí

  Delfín hasta el fin era el Ministro de la Defensa más horrible que había conocido en mi grandiosa trayectoria como presidente de Venezuela. Era un chichón de piso, de ojos que saltaban de un extremo a otro, nariz de elefante, cuello de tubo y tan cadavérico que si iba a una tienda de disfraces preguntaban por su precio. También era evidente que su madre le halaba las orejas de pequeño cada vez que pestañeaba… es que tenía unas madres orejas que ni les contaré porque no es mi estilo hablar mal de los demás (eso creo).
 -Dígame, Hasta el Fin – respondí.
 -¿Qué se lo diga hasta el final?, ni brujo que fuese. – aclaró Delfín.
 - ¡No, imbécil! ¡que me lo digas tú! – exclamé yo.
 -Está bien Sr. Presidente Sinforoso, discúlpe. Aquí voy. – murmuró Delfín.

  El Ministro Delfín Hasta el Fin me dejó perplejo con la noticia que me traía ese día. Olvidé por completo qué álbum de Muerte Súbita era el mejor y el estrés que cargaba aumentó en su totalidad. Traté de ubicar soluciones instantáneas pero me abordó la sensatez y le dije:

-¡Así que Los Grises están explotando yacimientos de oro venezolano! ¿Eh?-
-Correcto Sr. Presidente, ¡deme órdenes ya! –exclamó el.
-Así será Ministro, envíe una enérgica protesta con el canciller de la República y dígale que se acerque hasta el lugar de Los Grises y les hable de manera clara y raspadita – dije.

  Justo cuando habían pasado dos días y aseguraba que todo estaba bajo control, sonó la puerta de mi oficina: (Toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc…)

-¡¿Ahora qué ocurre?! –pregunté exaltado
-Soy yo otra vez Sr. Presidente y lamento decirle que lo del canciller no sirvió de nada
-dijo Delfín Hasta el Fin.
-¿Cómo que no, chico? Pasa – respondí un poco molesto.
-Así como lo oye, no sirvió de nada, les entró por un oído y les salió por el otro. – respondió Delfín Hasta el Fin
-¿Y ahora? – pregunté preocupado.
 -Presidente, lo mejor es que enviemos a un pelotón a expulsar a los invasores de nuestro territorio, ya que las vías diplomáticas fueron agotadas. Por otro lado, ellos aseguran que no están en territorio venezolano y que están en todo su derecho. – respondió Delfín Hasta el Fin.
-Bueno, ¿pero que te has creído tú?, ¿tú me mandas a mi?, ¿Ah?... “Delfincito”- Dije de manera despectiva y fuera de control.
-Pero, ¿qué le pasa? señor Sinforoso Jocoso, limitase a darme ordenes, ¿está bien?. Yo soy Delfín Hasta el Fin y por algo soy el Ministro – respondió él, un poco nervioso.
 (¡Pam!)

  Le solté un puñetazo en la cara para ver si dejaba de ser tan feo, o para ver si al menos se le arreglaban sus ojos (obvio que no fue así). Estaba obstinado de toda esa situación, de tenerlo en mi oficina molestando cada dos días y de tener que aguantarme su fealdad. Al fin y al cabo no me dejaba concentrarme en lo más importante; “Muerte Súbita”, mi grupo de pop favorito.

-Discúlpe Delfín, como puedes “sentir”, me he salido de control –dije apenado y sin mirarlo a la cara.
 -No hay problema Sr. Presidente, suele gustarme el dolor. –respondió él.
-Bicho raro… envía entonces al canciller y olvida todo esto, ¿si? –le dije

  Por desgracia, los pelotones no hicieron nada tampoco, y adivinen… “Toc, toc, toc…” ¿les parece familiar?. Esta vez me dejó la información en una grabadora que estaba puesta en el suelo justo detrás de la puerta de mi oficina que decía: Señor… los pelotones llegaron en plenas fiestas patronales, y como usted nunca le envió armas, municiones y comida, ellos… desertaron, se despojaron de sus uniformes y armaron la rumba junto a Los Grises. Otros nos hicimos mineros y contribuimos en la explotación de oro.

 Yo Inmediatamente tiré la grabadora, cogí mis peroles, salí de mi oficina y renuncie a la presidencia de la República Sinforosa de Venezuela… no pude con tanto.

2 comentarios:

Rob dijo...

jaajajjaja te iba a joder pero me dio ladilla jajaja.. marico esta muy depinga ese cuento! jajaja burda de frito! me encanto! ajajjaja digame los nombres! jajajaja nawevona de locos!

Napo dijo...

jajajajaja... gracias marico!!... eso fue para una clase de la universidad y si, es un fume total!! jajaja... Nada mas teniendo a un Delfin Hasta El Fin de Ministro jajajaja...